miércoles, 15 de julio de 2009

Verano

Mi verano tiene nombre de gran ciudad. Mi verano es asfalto, calor, turistas y aglomeraciones bajo el lema “typical spanish”. Pero mi verano también es libertad, terrazas en la noche y azoteas sobre los tejados de la ciudad.

Este año me quedo sin vacaciones, pero no me importa, quizás porque sabía que este momento iba a llegar, quizás porque siempre he tenido la suerte de disfrutar de largos veranos desocupada y no poder tener éste supone un cambio respecto al anterior, quizás porque tengo a mi disposición una ciudad por descubrir, un aspecto desconocido hasta ahora, y eso me gusta, tengo curiosidad, quiero saber qué tiene que ofrecerme, más allá del reclamo guiri, del jamón y del olé.

Y ya estoy empezando a descubrirlo, porque el otro día me resultó una gozada ir al cine y tenerlo casi para nosotros solos, sin agobios y sin gente. Porque hay rincones de los que se puede disfrutar en verano mucho mejor que en invierno, poder ir a bares o restaurantes que en otra época del año exigen reservas con semanas de antelación, pudiendo planificarlo en el último momento. Porque se agradece infinitamente viajar en el metro sin que la gente te empuje, sin sentirte como una sardina enlatada y sin tener que luchar encarnizadamente por un centímetro cuadrado de espacio que te permita respirar.

También es verdad que al principio me costó asumirlo, porque resulta complicado mantener el optimismo cuando la gente te mira con una mezcla de condescendencia y pena y te dice “¿En serio que te quedas aquí todo el verano? Pobrecita...” y entonces parece que el decir que no te importa es una excusa barata para autoconvencerte cuando no es más que tu realidad, tu elección, y cuando crees que el verano tiene mucho por descubrir, también en el asfalto.

Así que aquí estoy, mientras la gente hace y deshace sus maletas, mientras los aeropuertos despachan aviones sin descanso, mientras los coches engullen kilómetros como si no pudieran quedarse quietos, mientras los turistas vienen y van, yo me quedo aquí, en la rutina tranquila del día a día, con las mismas vistas, con la misma gente y en el mismo sitio. Un verano diferente, que pasará y entonces llegarán mis vacaciones, me iré cuando todos vuelvan, que al fin y al cabo, también es un buen momento para irse, al norte o a donde surja, a descansar del verano, del calor o de lo que haga falta, de todas formas, nadie nos obliga a que las vacaciones sean en verano, así que el otoño también puede ser una buena época para descansar, o eso espero.

Por lo pronto, yo sigo con mi vida, que no es poco, sobreviviendo al verano, sobreviviendo a la ciudad.

Porque este año, mi verano, se llama Madrid.

3 comentarios:

dardo dijo...

Pues a mi me gustaría estar en el hemisferio sur. Detesto el sol,el calor y la ciudad vacía. Odio Madrid, pero cuando me voy de viaje y regreso siento que estoy en casa, en lo cómodo y en lo familiar.

No puedo evitarlo, me parece una ciudad asquerosa ero es la única que conozco un poco.

marijose dijo...

Justo lo que no te gusta a ti es lo que me tiene enamorada. Madrid vacío gana mucho encanto para mí. Pero también te reconozco que coincido en ocasiones en la sensación de amor-odio que dices que tienes.

Quizás sea que yo vine aquí como intrusa hace ya muchos años y me sentí tan acogida que ya le tengo cariño y me cuesta vivir sin ella...

Anónimo dijo...

Mi verano de 4º de carrera que no me fui de Madrid más que un fin de semana a Marbella y otro a Murcia (prefiero Murcia, ya lo sabes MJ... auqnue me gustaría conocer la Catedral, así, por curiosidad...) descubrí que es cierto lo de "Madrid en verano, sin familia y con dinero, Baden Baden". O sea, un lujazo!

xoxo, I