lunes, 31 de agosto de 2009

Novecento


Hay gente que nace en grandes ciudades, y se ahoga entre la multitud. Hay gente que nace en pueblos perdidos en medio de ninguna parte, y sólo quieren huir de allí. Hay gente que nace en el mundo, y no tiene un lugar al que llamar hogar. Y hay un hombre que nació en un barco, y decidió que nunca bajaría de él, porque con su música podía conjurar todo un mundo a sus pies. Ese hombre se llamaba Novecento, y esa música, era el Jazz.

Baricco se encargó de contar su historia, y para ello no escribió una novela, sino un monólogo teatral, escrito con una dulzura y una musicalidad que te transporta a ese barco, ese transatlático, el Virginian, que en los años de entreguerras recorría las rutas entre Europa y América con su carga de millonarios, de turistas, de emigrantes...

En el Virginian tocaba cada noche un pianista extraordinario, llamado Novecento, capaz de crear, sin necesidad de partitura, las notas más increíbles y las melodías más asombrosas, que sólo existen por el breve espacio en el que él las ejecuta al piano. Era tan mágico que la gente hasta pagaba el billete sólo para oírlo e incluso Jelly Roll Morton, el creador del Jazz, se sentía tan intrigado que quería batirse a duelo con este pianista singular. Pero Novecento nunca ha bajado del barco en que nació, puesto que sólo puede tocar si tiene el océano bajo su silla, así que el duelo tiene lugar a bordo del mismo. Un duelo de honor, lleno de sentimientos, de música y, por supuesto, de jazz.

Novecento sólo intentó en una ocasión bajar del barco, abandonar el refugio de lo conocido y lanzarse al mundo, abrazar una nueva vida, venciendo el miedo de lo desconocido. Pero es mejor que seáis vosotros los que descubráis si finalmente descendió la escalerilla hasta el muelle. E incluso, que os pongáis en su lugar, porque siempre hay un momento en nuestras vidas, en el que se da un paso decisivo, que hace que toda nuestra existencia cambie ante nuestros ojos.

La gran mayoría no nos damos cuenta de su transcendencia, y lo damos de forma inconsciente pero... ¿y si ese paso se concretara de una forma precisa? ¿y si pudiéramos identificar el momento en el que con un sólo paso el mundo deja de pasar ante nuestros ojos y empezáramos a tomar las riendas de lo que nos ocurre? Si fuéramos Novecento... ¿quiénes de nosotros bajaríamos definitivamente la escalerilla?

Como siempre, para terminar, unos fragmentos del libro. Pura poesía, puro jazz.

“Estaban buscando gente para el barco a vapor, el Virginian...
...Enero de 1927.
- Ya tenemos músicos - dijo el tipo de la Compañía.
- Lo sé - y me puse a tocar.
Se quedó allí mirándome fijamente sin mover un músculo. Esperó a que acabara sin decir una palabra. Después preguntó:
- "¿Qué es esto?"
- "No lo sé"
Se le iluminaron los ojos.
- "Cuando no sepas lo que es, entonces es jazz"

[...]

“Tocábamos porque el océano es grande y da miedo, tocábamos para que la gente no notara el paso del tiempo, se olvidara de dónde estaba, y de quien era,. Tocábamos para hacer que bailaran, porque si bailas no puedes morir, y te sientes Dios. Y tocábamos ragtime, porque es la música con la que Dios baila cuando nadie lo ve..."




P.D.: Sé que no esta canción no es jazz puramente dicho, pero Bebo es un grande y esta canción me tiene robado el corazón...

lunes, 24 de agosto de 2009

Vidas robadas


"Siempre había considerado que su trabajo era como cualquier otro, con un horario de oficina, unos objetivos mensuales, una cuota que alcanzar y poco más. Quizás el escepticismo y la indiferencia que se habían sedimentado en su vida a lo largo de los años, habían ocasionado que su única respuesta cuando le explicaron sus funciones en la empresa fuera un ligero levantamiento de ceja, que tenía más de curiosidad divertida que de sorpresa disimulada.

Superada la adaptación inicial a los procedimientos y burocracias de su nueva labor, su trabajo se convirtió en una rutina similar a la de cualquier funcionario. Al fin y al cabo, lo de robar vidas no era tan excitante como pudiera parecer. De hecho, era bastante sencillo. Cada lunes, recibía la información de la persona cuya vida debía robar y tenía toda una semana para conseguirlo. Si bien es cierto que las primeras veces sintió una mezcla de miedo y repugnancia ante el zombi que aparecía ante él cuando se apoderaba de la vida de su objetivo, a partir de la cuarta o quinta víctima desapareció cualquier sentimiento hacia ese ser robótico, que a partir de ese momento se dedicaría a continuar con su rutina de una forma automática e insensible que, probablemente, sería muy similar a su estilo de vida anterior. Además, estaba convencido de que nadie notaría la diferencia.

Como todo buen empleado, nunca se había planteado por qué su organización robaba todas esas vidas y las conservaba asépticamente en frasquitos de cristal, puesto que no era competencia de su departamento y tampoco afectaba al desempeño de su trabajo. A pesar de todo, su estricto apego a las normas no pudo evitar que cierto instinto le impulsara a leer el informe confidencial que por error había terminado en su mesa.

No puede decirse que le sorprendiera el contenido, la explicación de su laborioso trabajo. Quizás siempre lo había sabido, pero no se había detenido a pensar en ello. Era lo más lógico, la única respuesta que hacía que todo tuviera sentido, lo único malo es que ya no podía pretender ignorarla y mirar hacia otro lado. Además, le costaba identificar la sensación que sentía en ese momento, como un sudor frío imaginario que descendía por su espalda. Después de mucho pensar, se dio cuenta, lo que es información producía en él eran escalofríos, y, ante eso, no podía permanecer indiferente, por mucho que una parte de él pretendiera aferrarse a la rutina de la ignorancia que tan buen resultado le había dado hasta ahora.

Sin embargo, aunque lo intentara, sabía que eso era algo que ya no le sería posible. Podía asumir sin problemas que su organización planeara la erradicación de la raza humana gracias a un virus químico creado en laboratorios y que sólo se salvaran unos cuantos elegidos, entre los cuales se encontraba él, gracias a los años de servicio eficiente que había prestado a la empresa. También podía aceptar sin reparos que las vidas que él había robado y recopilado a lo largo de los años se implantaran en replicantes humanos surgidos de la tecnología y la manipulación genética desarrollada durante años para crear una nueva sociedad aséptica y perfectamente eficiente.

Pero no podía cerrar los ojos a esa nueva sociedad que se avecinaba, porque él, máximo responsable de las vidas que en ese momento se recopilaban en uno de los sótanos del edificio, conocía como la palma de su mano todas y cada una de ellas, y podía crear un patrón muy claro con todos esos robos: había abogados, médicos, científicos, ingenieros, economistas... pero... ¿dónde estaban los artistas? ¿dónde quedaban los actores, los pintores, los escritores? ¿por qué no había ningún poeta entre esos frascos repletos de vidas supuestamente valiosas? ¿qué sería de la música en esa nueva sociedad sin músicos para crearla?...

Mientras se veía asaltado por esos pensamientos, no podía dejar de mirar fijamente el informe que había zarandeado los cimientos sobre los que se había asentado su existencia todos estos años... quizás, pensó al fin, había llegado el momento de comenzar su propia colección privada..."



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Y de regalo, unos besos robados...

jueves, 20 de agosto de 2009

Mi último juguetito

A mí me encantan todos los cacharrillos de cocina, aunque no tengo muchos, pero poco a poco voy aumentando mi colección. De todas formas, mis padres siempre han tenido uno que me encantaba y que, gracias a que mis papis me quieren mucho, he conseguido que me presten mientras ellos están de vacaciones. Su máquina de café:


Máquina de café, lectores de mi blog. Lectores de mi blog, mi máquina de café.


Aprovechando que mis padres no están en su casa, han consentido en hacerme el préstamo hasta que vuelvan y ahora estoy encantada de la vida. La he tenido que colocar en el mueble que tengo en el pasillo de casa, porque mi cocina es tan pequeña, tan pequeña, que no cabía de ninguna manera y si la ponía allí tenia que sacar el microondas (sí, mi cocina es tamaño pin y pon, para que os hagáis una idea), así que ahora es abrir la puerta de casa y toparme con la cafetera haciendo equilibrios un poco precarios sobre el mueble, pero de momento aguanta.

No es tan moderna como las Nespresso, pero me gusta más, porque no va con cápsulas, sino que por un lado pones los granos de café, por otro el agua y la máquina en el momento te muele y te prepara un café recién hecho riquísimo y con una espuma, que no tiene nada que envidiar a las cafeteras profesionales.

Un café recién hecho, con su espuma... impresionante (¿se nota que me encanta el café? xDDD).


Así que ahora ya no tengo que andar liada con la cafetera de las de toda la vida y tirando el café que sobra, que además no estaba tan bueno, y me preparo unos chutes de cafeína que voy disparada todo el día, y sólo tardo 5 minutitos en hacer el café, añadir leche y mucho hielo y me monto unos Iced Caffé Lattes que ni el Starbucks... son estas cosas pequeñas las que me alegran el día.

Lo que viene siedo un café con leche de toda la vida... ¡esto es lujazo!


Con suerte, la tendré en mi casa hasta mediados de septiembre, pero prefiero no pensar aún en la despedida, que me estoy viendo venir que va a ser muy dolorosa... estoy por secuestrarla para no devolverla!!!


P.D. Como veis por las fotos, también tiene el pitorrillo ése para el agua caliente (genial para infusiones) y que hace vapor para calentar la leche y hacer espuma, con lo que se pueden preparar capuccinos, aunque no lo he intentado nunca, pero a lo mejor algún día me animo, que también están muy buenos!

jueves, 13 de agosto de 2009

Lo que anda en mi cabeza

Hoy el cuerpo me pedía poner esto aquí, no sé por qué, y he decidido hacerle caso a mis impulsos, porque lo más probabl es que mi insconsciente sepa mejor que yo lo que se hace...

Problemas de geografía personal (Luis García Montero)

Nunca sé despedirme de ti, siempre me quedo
con el frío de alguna palabra que no he dicho,
con un malentendido que temer,
ese hueco de torpe inexistencia
que a veces, gota a gota, se convierte
en desesperación.

Nunca se despedirme de ti, porque no soy
el viajero que cruza por la gente,
el que va de aeropuerto en aeropuerto
o el que mira los coches, en dirección contraria,
corriendo a la ciudad
en la que acabas de quedarte.

Nunca sé despedirme, porque soy
un ciego que tantea por el túnel
de tu mano y tus labios cuando dicen adiós,
un ciego que tropieza con los malentendidos
y con esas palabras
que no saben pronunciar.

Extrañado de amor,
nunca puedo alejarme de todo lo que eres.
En un hueco de torpe inexistencia,
me voy de mí
camino a la nada.



Ala, ya me he quedado a gusto...

sábado, 8 de agosto de 2009

Yo también tengo un poni (I)

Hasta Lisa tenía un poni


La teoría del poni se la leí hace ya mucho tiempo a las chicas del Quédate a dormir, para que entendáis lo que es un poni, os copio su definición, que no puede ser más adecuada:

"Un poni es un trauma de la infancia no superado. Algo así como que estás esperando que tus padres te regalen un poni por tu cumple y no solo no te lo regalan sino que "al final acaban pasando de ti como de la mierda"... A partir de entonces cada vez que ves un poni te pones malísimo porque te vuelve todo el trauma y revives a tus padres pasando de ti y te sientes abandonado."

Bueno, pues yo he descubierto estos últimos días que tengo dos ponis (a falta de uno). No es que no lo supiera, porque son cosas que me pasaron cuando era pequeña, sino que hasta ahora no lo había relacionado con el concepto de poni y no me había dado cuenta de que, aunque pasan los años, el poni sigue estando ahí, y no tiene pinta de que vaya a desaparecer.

Pero como dicen que las penas con pan son menos, y en cierto modo escribir en el blog es un medio de catarsis, pues qué mejor terapia que escribirlos aquí, así que allá voy.

MI PRIMER PONI: LOS PERROS (y los animales en general).

SUCESO GENERADOR 1: Un día, estaba con mis padres en casa de unos amigos suyos, que tenían un yorkshire de estos pequeños, que no levantan ni medio palmo del suelo, no recuerdo cómo se llamaba pero en adelante me referiré a él como bichejo indeseable con mala leche reconcentrada (bueno, dejemoslo en bichejo, para abreviar). Según la pareja, era un animal ideal para tener en casa, jugaba con sus niños, que eran de mi edad, y era muy pacífico. Lo que ocurrió es que hubo un momento que entramos corriendo a la cocina y yo pasé muy cerca del bichejo en cuestión. Se ve que le sorprendió y que rompí su espíritu pacifista, porque decidió girarse y moderme en la pierna.

Los médicos dijeron que ya podía agradecer que llevara unos vaqueros puestos, porque si no, el bichejo de medio palmo se habría quedado con el trozo. Genial. Me tuvieron que poner varias vacunas, puntos, hacerme pruebas, y encima nos tuvimos que quedar cuidando al perro cuando los dueños se fueron de vacaciones, para comprobar que no tuviera la rabia.

SUCESO GENERADOR 2: Aún en shock por todo lo del perro, en mi colegio decidieron hacer una salida al cine. ¡¡¡Era mi primera vez en el cine (chispas)!!! Era todo un acontecimiento, un suceso extraordinario, lo más excitante que me había pasado en mi corta vida... y nos llevaron a ver... ¡¡¡¡el Libro de la Selva!!!!

Me pasé dos horas viendo animales, lobos, panteras, un niño entre animales, animales salvajes... y yo con la pierna vendada y el brazo lleno de pinchazos de todas las vacunas... lo ideal para superar el poni que se avecinaba y evitar que quedaran secuelas en mi joven y moldeable mente.

Sólo pensaba que la pantera estaba peligrosamente cerca y podía comerse a Mowgli en un ataque de locura


PONI RESULTANTE: A día de hoy, mi relación con los animales puede describirse como "respeto desde la distancia", es decir, yo no me acerco a ellos y más les vale a ellos no acercarse a mí. Y ya es bastante, porque hace unos años era ver un animal y salir corriendo en la dirección opuesta. Ahora ya puedo tenerlos a una distancia razonable (2 metros) durante un tiempo determinado (5 minutos), sin sufrir una crisis nerviosa, aunque sigo sin poder evitar pegar saltitos y grititos cuando se acercan a mí.

No soporto a la gente (normalmente el dueño/a del animal) que, cuando te ve en esa situación, en lugar de respetar tu recelo, lo que hacen es acercártelo diciendo: "Pero si no hace nada, no le tengas miedo". Y a ti no te queda otra que poner buena cara, aguantar su cercanía y dar excusas de por qué no te has tirado a acariciarlo y a hacerle monerías porque si no encima te acusan de ser una insensible que no siente cariño hacia un pobre animalito cuando por dentro estás pensando: "Por favor, aleja esa bestia peluda de mí, que le estoy viendo los colmillos y me está mirando con cara de pocos amigos, que encima los animales huelen el miedo y yo estoy acojonada, no seas sádica, tía, quítamelo de encima, o es que no ves mi cara de espanto y que tengo los músculos de mi cuerpo en tensión, llévate al bicho, llévatelo, llévatelo, por favor, por favor, por favor". Uffff... si es que me pongo nerviosa sólo de pensarlo... relajación, relajación... marijose respira... ommmmm... ommmmmmm. Ya está, ya he recuperado mi paz espiritual xDDD.

Igualmente, soy incapaz de ver ninguna peli en la que aparezcan animales de ninguna clase con cierto protagonismo (de "El Libro de la Selva" ni hablar, ésa no puedo ni imaginar los fotogramas), así que nada de pelis de perros/gatos que hablan o que hacen cosas heroicas y cuando emiten Rex en TV tengo que cambiar inmediatamente de canal.

No, ni la he visto ni pienso verla, gracias.


Y es que cuando suceden estas cosas (cercanía de perros, pelis de perros o animales en general), siento un dolor en la pantorrilla derecha que me deja paralizada. Y sí, sé que todo es sugestión y que es mi cabeza la que siente el dolor, pero bueno, es un mecanismo de defensa como cualquier otro y no me queda más remedio que aceptarlo. Y vale que dicen que el perro es el mejor amigo del hombre, pero es que resulta que yo, soy una mujer xDDD.

Me queda el otro poni, pero ya lo contaré otro día, que así creo tensión narrativa, que es algo que siempre hace parecer interesante. Bueno, en realidad es porque ha quedado demasiado largo, pero no se lo digáis a nadie!

Mis últimos descubrimientos

Yo tengo una relación muy extraña con la música. Me gustan pocas cosas, y muy definidas, pero lo que me gusta, me gusta muchísimo, hasta el punto de llegar a pasarme el día entero con una canción en la cabeza o intentar ir a todos los conciertos/actos de ese artista.

Pero en estos últimos meses, he descubierto dos nuevos cantantes que me han gustado mucho, y me ha sorprendido, porque a mí ya hay pocas cosas nuevas que me puedan enganchar, pero estos dos lo han conseguido y además tampoco son muy conocidos, así que quería ponerlos aquí, porque quizás os pique el gusanillo igual que a mí.

El primero es Maikel de la Riva, compositor que no conocía de nada, pero que escuché por primera vez en "La orilla del Favre", el programa de radio de la web de Labuat, y me gustó, sobre todo al enterarme de que había sido componente de "El hombre gancho", grupo que me sonaba vagamente, y que ubiqué cuando descubrí que eran los artífices de "Hoy", la canción de la BSO de "Tuno Negro" (y, como dirían en "El Hormiguero": Claro, Tuno Negro, ¿y tú sabes quién era al final el Tuno Negro? ¡¡¡Era Silke!!! xDDDD).

Bueno, pues esa canción en su día me gustó mucho, os la dejo aquí para que la recordéis, porque merece la pena...

Pues bien, ese grupo se disolvió hace unos años y ahora el cantante, Maikel de la Riva, ha iniciado su carrera en solitario, con un disco que a mí personalmente me ha encantado, con unas letras preciosas (yo es que soy más de letras que de melodías). De momento no le están dando mucha promoción, pero espero que le vaya bien y algún día poder ir a verle en directo, que estoy segura de que me va a encantar.

El single se llama "Mentira", lo canta a dúo con uno de los de Pereza, y es de esas canciones que se te meten en la cabeza y ya no hay forma de librarse de ellas, aunque en el fondo no te importa porque te encantan...



El segundo cantante/compositor al que me refería es Carlos Madrid, mucho menos conocido, pero resulta que es de la tierra, de Cartagena, así que aprovecho para promocionar el producto murciano, aunque sea desde la distancia.

Hace poco sacó su primer disco, "Campeones de invierno", pero teniendo en cuenta cómo está la cosa últimamente, ni siquiera se ha editado en formato físico y está en su web disponible para escucharlo y para descarga gratuita.

Yo lo estuve escuchando el otro día, aunque lo tenía de fondo, pero me sorprendió tanto, que me lo bajé, y he vuelto a oir algunas canciones y creo que tiene mucha calidad, aunque sea complicado hacerse un hueco en este mundo de la música, pero bueno, lo del CD es un primer paso. Por lo que he leído en su blog, después del verano hará unos cuantos bolos, así que espero que venga a Madrid (y enterarme a tiempo), que si me pilla bien iré a verle, aunque sea sólo para hacer bulto (bueno, en realidad es porque me ha gustado mucho, para qué voy a mentir xDDD).

Me ha costado mucho encontrar algo suyo en Youtube. De hecho, sólo he encontrado un par de videos de hace dos años, os dejo uno de ellos, de la canción que da nombre al CD, pero os recomiendo que os paséis por la web y escuchéis alguna de las canciones, porque el audio es mejor. Os recomiendo "Demasiadas expectativas", "Sobre escaleras y sitios raros", "Los amores ridículos"... bueno, qué tontería, escuchadlas todas, porque estoy viendo que a este paso os pongo el tracklist entero, así que vaya un plan!!!


Y así empieza mi fin de semana... con música, mucha música...

lunes, 3 de agosto de 2009

Una imagen, una historia

Hace unas semanas vi que welzen había organizado en su blog un concurso de relatos bajo el lema "Una imagen, una historia" y la foto me gustó tanto, que me decidí a participar y mandarle algo. Hacía mucho tiempo que no escribía nada, pero la historia salió sola, casi sin pretenderlo, así que fue una vuelta a mis "orígenes" de lo más sorprendente.


Y aquí os lo dejo, no es nada del otro mundo, pero le he cogido mucho cariño.


"Ella siempre había tenido una imaginación desbordante. Cuando no le gustaba su vida, se inventaba otra durante un rato y vivía en ella, era su válvula de escape, su forma de convencerse de que era alguien, que no sólo pasaba por aquí, que lo suyo, por mucho que el mundo se empeñara en lo contrario, iba a dejar huella. Porque ella quería que le pasaran cosas, lo que fuera, pero que pasara algo en su anodina vida, algo que le hiciera sentirse viva. Por eso creaba su mundo, su película, y ahí, ella era la protagonista.

Él había llegado a la estación con una hora de antelación, le gustaba ser previsor, su metódica rutina era lo único que le confería tranquilidad, que le amarraba a la estabilidad que tanto valoraba, en un mundo que cada vez se volvía más loco. Mientras esperaba, repasaba mentalmente las tareas pendientes y se regocijaba en la seguridad que le daba tener su mundo controlado, sin sobresaltos. Su mundo perfecto.

Él la vio salir al andén y se fijó en la chica despistada que miraba los carteles como si no supiera donde estaba, con un cierto aire de desprotección, que hacía que le dieran ganas de tomarla entre sus brazos y decirle que estaba a salvo, que nada malo podía pasarle.

Ella le vio nada más pisar el andén, un chico alto, con un toque desgarbado, pero que trasmitía tranquilidad, confianza, de los que te toman entre sus brazos y te hacen sentir que estás a salvo y que nada malo puede pasarte. Y ahí empezó su película.

Ella se imaginó que él se le acercaba con una frase banal, quizás del tipo “Perdona, ¿sabes si el tren de las 15:30 lleva retraso?” o quizás con una frase impactante, de las de “Te he estado esperando toda mi vida”. Ella le miraría entre asombrada y divertida y encontraría alguna respuesta a ingeniosa a lo que fuera que él le hubiera dicho, entonces se sentarían en un banco del andén y hablarían durante horas, dejando pasar los trenes, igual que pasa la vida, pero no les importaría, porque ellos no dejarían escapar el suyo, el de su historia, y se haría de noche, pero la oscuridad nunca llegaría al andén, y él la miraría y se perdería en sus ojos verdes, y ella pensaría que la luz de las farolas le hacía parecer un hombre misterioso, y se besarían y…

Él, por su parte, no podía dejar de mirar a la chica morena de la mirada perdida en el horizonte. Había algo de ella que le atraía irremisiblemente, incluso llegó a pensar que podía acercarse y decirle algo, quizás una frase banal, o una frase impactante, aunque era una locura. Seguro que ella ni se había fijado en él, de hecho, ni le había mirado, y seguro que pensaría que es un loco, lanzándose a hablar con chicas desconocidas en medio de un andén. De hecho, no entendía ni cómo se le había pasado por la cabeza que algo así podría ocurrir, algo tan impropio de él…

Un tren que no era el de ella llegó a la estación y él subió. Ella se sintió apenada, por la oportunidad que había dejado pasar. Aunque, en el fondo de su corazón sabía que era imposible que él hubiera dicho nada, probablemente ni siquiera había reparado en ella. Porque, al fin y al cabo, se dijo, esas cosas sólo pasaban en las películas."

Ya está la foto del concurso del mes de agosto, así que si os animáis, podéis participar AQUÍ.

sábado, 1 de agosto de 2009

Los renglones torcidos de Dios


“Dios escribe derecho con renglones torcidos”, todos hemos oído esta frase, de eso no hay duda, pero quizás no nos hemos parado a pensar que sus interpretaciones pueden ser infinitas.
Y una posible es la que plantea Torcuato Luca de Tena en su libro “Los renglones torcidos de Dios” en el cual, un loco internado en un centro psiquiátrico se define a sí mismo y a sus compañeros con esa frase, ellos son esos renglones torcidos, las faltas de ortografía que cometió Dios al escribir el mundo. Porque si se supone que el hombre fue hecho a imagen y semejanza de Dios, ¿qué posición ocuparían los “locos” ? ¿los renglones torcidos son equivocaciones de ese creador al que adoran algunos? ¿los creo a propósito de esa forma? Quizás ellos son los excedentes defectuosos de un mundo creado por un sistema de ensayo-error, quizás son el intento fallido de una evolución hacia un hombre distinto, menos primitivo, o quizás, no lo descartemos, puede que sean ellos los realmente cuerdos, los que ven más allá de lo obvio y lo evidente en este mundo en que vivimos porque, según Heine, "La verdadera locura quizás no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca".

Con estas premisas crea Luca de Tena una novela magistral, donde la sutil línea que separa la cordura de la razón se vuelve más difusa, centrada en la duda y en la incertidumbre, una incertidumbre que traspasa hasta el propio lector, que no puede dejar de plantearse a lo largo de toda la lectura qué es verdad o qué es mentira, sin saber quién tiene la solución del misterio, ni cómo resultará todo, porque la locura puede ser cualquier cosa excepto lógica y coherente.

Con la excusa de investigar un asesinato, Alicia, la protagonista, se interna voluntariamente en un centro psiquiátrico y a partir de ahí se verá arrastrada y engullida por el ambiente que la rodea, llegando incluso a dudar de su propia salud mental, y conociendo a la variada galería de personajes que pueblan el manicomio, seres impactantes, excéntricos y descarriados, pero que desarman a la protagonista de su coraza fría y hacen que el lector llegue a sentirlos cercanos, a comprender lo racional de sus delirios, si es que eso es posible. Todo ello con la investigación de los asesinatos y de otros terribles sucesos como telón de fondo, que hacen que este libro te enganche y te sorprenda a partes iguales, con un final impactante que obliga a que nos replanteemos toda la novela y que no deja indiferente.

Por todo ello, Torcuato Luca de Tena nos ofrece un apasionante libro de suspense y nos regala unos momentos de reflexión sobre nuestra propia psique y la naturaleza de las enfermedades mentales. Un libro no sólo para leer, puesto que nos obliga a tomar partido y a intentar deducir en todo momento quién es el poseedor de la verdad y si eso realmente importa tanto.

Así que como sabéis que yo soy de la opinión de que los libros hablan por sí mismos mucho mejor de lo que yo pueda hacerlo, os dejo un fragmento, un botón, como muestra.

-¿Qué quiere decir «mutista»? -preguntó tímidamente Alicia dirigiéndose a Carolo.

Ignacio respondió por él.

-Mutistas son los que no hablan.

-¿No puede usted hablar? -preguntó, asombrada, Alicia al señor Bocanegra.

El hombre sacó un cuadernillo de hule que llevaba siempre en su bolsillo, y escribió a grandes rasgos con un rotulador naranja: «Sí puedo, pero no me da la gana.».