sábado, 8 de agosto de 2009

Yo también tengo un poni (I)

Hasta Lisa tenía un poni


La teoría del poni se la leí hace ya mucho tiempo a las chicas del Quédate a dormir, para que entendáis lo que es un poni, os copio su definición, que no puede ser más adecuada:

"Un poni es un trauma de la infancia no superado. Algo así como que estás esperando que tus padres te regalen un poni por tu cumple y no solo no te lo regalan sino que "al final acaban pasando de ti como de la mierda"... A partir de entonces cada vez que ves un poni te pones malísimo porque te vuelve todo el trauma y revives a tus padres pasando de ti y te sientes abandonado."

Bueno, pues yo he descubierto estos últimos días que tengo dos ponis (a falta de uno). No es que no lo supiera, porque son cosas que me pasaron cuando era pequeña, sino que hasta ahora no lo había relacionado con el concepto de poni y no me había dado cuenta de que, aunque pasan los años, el poni sigue estando ahí, y no tiene pinta de que vaya a desaparecer.

Pero como dicen que las penas con pan son menos, y en cierto modo escribir en el blog es un medio de catarsis, pues qué mejor terapia que escribirlos aquí, así que allá voy.

MI PRIMER PONI: LOS PERROS (y los animales en general).

SUCESO GENERADOR 1: Un día, estaba con mis padres en casa de unos amigos suyos, que tenían un yorkshire de estos pequeños, que no levantan ni medio palmo del suelo, no recuerdo cómo se llamaba pero en adelante me referiré a él como bichejo indeseable con mala leche reconcentrada (bueno, dejemoslo en bichejo, para abreviar). Según la pareja, era un animal ideal para tener en casa, jugaba con sus niños, que eran de mi edad, y era muy pacífico. Lo que ocurrió es que hubo un momento que entramos corriendo a la cocina y yo pasé muy cerca del bichejo en cuestión. Se ve que le sorprendió y que rompí su espíritu pacifista, porque decidió girarse y moderme en la pierna.

Los médicos dijeron que ya podía agradecer que llevara unos vaqueros puestos, porque si no, el bichejo de medio palmo se habría quedado con el trozo. Genial. Me tuvieron que poner varias vacunas, puntos, hacerme pruebas, y encima nos tuvimos que quedar cuidando al perro cuando los dueños se fueron de vacaciones, para comprobar que no tuviera la rabia.

SUCESO GENERADOR 2: Aún en shock por todo lo del perro, en mi colegio decidieron hacer una salida al cine. ¡¡¡Era mi primera vez en el cine (chispas)!!! Era todo un acontecimiento, un suceso extraordinario, lo más excitante que me había pasado en mi corta vida... y nos llevaron a ver... ¡¡¡¡el Libro de la Selva!!!!

Me pasé dos horas viendo animales, lobos, panteras, un niño entre animales, animales salvajes... y yo con la pierna vendada y el brazo lleno de pinchazos de todas las vacunas... lo ideal para superar el poni que se avecinaba y evitar que quedaran secuelas en mi joven y moldeable mente.

Sólo pensaba que la pantera estaba peligrosamente cerca y podía comerse a Mowgli en un ataque de locura


PONI RESULTANTE: A día de hoy, mi relación con los animales puede describirse como "respeto desde la distancia", es decir, yo no me acerco a ellos y más les vale a ellos no acercarse a mí. Y ya es bastante, porque hace unos años era ver un animal y salir corriendo en la dirección opuesta. Ahora ya puedo tenerlos a una distancia razonable (2 metros) durante un tiempo determinado (5 minutos), sin sufrir una crisis nerviosa, aunque sigo sin poder evitar pegar saltitos y grititos cuando se acercan a mí.

No soporto a la gente (normalmente el dueño/a del animal) que, cuando te ve en esa situación, en lugar de respetar tu recelo, lo que hacen es acercártelo diciendo: "Pero si no hace nada, no le tengas miedo". Y a ti no te queda otra que poner buena cara, aguantar su cercanía y dar excusas de por qué no te has tirado a acariciarlo y a hacerle monerías porque si no encima te acusan de ser una insensible que no siente cariño hacia un pobre animalito cuando por dentro estás pensando: "Por favor, aleja esa bestia peluda de mí, que le estoy viendo los colmillos y me está mirando con cara de pocos amigos, que encima los animales huelen el miedo y yo estoy acojonada, no seas sádica, tía, quítamelo de encima, o es que no ves mi cara de espanto y que tengo los músculos de mi cuerpo en tensión, llévate al bicho, llévatelo, llévatelo, por favor, por favor, por favor". Uffff... si es que me pongo nerviosa sólo de pensarlo... relajación, relajación... marijose respira... ommmmm... ommmmmmm. Ya está, ya he recuperado mi paz espiritual xDDD.

Igualmente, soy incapaz de ver ninguna peli en la que aparezcan animales de ninguna clase con cierto protagonismo (de "El Libro de la Selva" ni hablar, ésa no puedo ni imaginar los fotogramas), así que nada de pelis de perros/gatos que hablan o que hacen cosas heroicas y cuando emiten Rex en TV tengo que cambiar inmediatamente de canal.

No, ni la he visto ni pienso verla, gracias.


Y es que cuando suceden estas cosas (cercanía de perros, pelis de perros o animales en general), siento un dolor en la pantorrilla derecha que me deja paralizada. Y sí, sé que todo es sugestión y que es mi cabeza la que siente el dolor, pero bueno, es un mecanismo de defensa como cualquier otro y no me queda más remedio que aceptarlo. Y vale que dicen que el perro es el mejor amigo del hombre, pero es que resulta que yo, soy una mujer xDDD.

Me queda el otro poni, pero ya lo contaré otro día, que así creo tensión narrativa, que es algo que siempre hace parecer interesante. Bueno, en realidad es porque ha quedado demasiado largo, pero no se lo digáis a nadie!

3 comentarios:

carmncitta dijo...

que poni más doloroso!

Anónimo dijo...

no paras de escribir mujer
estás hecha toa una bloggera jajaja

saludos
martín

marijose dijo...

Carmncita... tienes razón, es un poco doloroso, pero es que con la de cosas raras que me pasan siempre, y lo acostumbrada que estoy, tiene que ser muy impactante para que me quede trauma xDDDD.

Martín, lo que pasa es que tú has estado de vacaciones totalmente desconecado mucho tiempo, y ahora cuesta ponerse al día jajajaja ;-)