Bienvenidos al Upper East Side

Una serie que me encanta (y que es muy polémica) es Gossip Girl. La superficialidad elevada a la máxima potencia y llevada hasta extremos surrealistas. Y yo soy feliz de la vida con cosas así, porque hay momentos en los que no estamos para dramas sesudos, en los que lo único que te apetece es sentarte delante de la tele y ver esas historias banales con ropa bonita y marujeos varios (o, como dice la madre de una amiga: "A mí dadme cosas de amor y lujo" xDDD).

Y Gossip Girl cumple (o cumplía) a la perfección con ello: enredos amorosos, derroche de dinero, traiciones, secretos... y por eso llegó y arrasó en su primera temporada. El problema vino al final de la segunda (en la que hubo capítulos muy irregulares, sobre todo el del flashback por el spin-off, que fue infumable) y, sobre todo, con el principio de la tercera. Y ahí fue donde empezaron las críticas, se le acusó de aburrida, de habe perdido el encanto, de no llevar a ninguna parte... (si queréis más info, en Brendamola escribieron explicando por qué dejaban la serie y dieron de pleno). Pero a mí hoy me gustaría defender a los chicos del Upper East Side, porque tienen un rinconcito en mi corazón y qué menos que dedicarles un post por todos los buenos momentos que nos han dado.

En mi opinión, el problema del presunto declive de Gossip Girl fue que perdieron el norte y pretendieron ser más de lo que son. Yo lo llamo, "la diferencia entre tomarse o no en serio una serie". Por supuesto, no te puedes tomar una serie en serio en el estricto sentido de la palabra, porque es una ficción, pero me refiero a la intención de los guionistas y creadores y, en consecuencia, las expectativas del espectador.


Me explico: cuando una serie se toma en serio, los guionistas se esfuerzan por crear cohesión en los personajes, en sus acciones, sus motivaciones, su interacción con los demás, el ritmo de la serie, su evolución... en fin, una coherencia que el espectador exige y que, si falla, hace que la serie se desmorone (pasa, por ejemplo, en Weeds o en Friday Night Lights). Sin embargo, en el caso contrario, los guionistas pueden ser salvajes, incurrir en ciertas contradicciones o hacer que sus personajes hagan cosas que no nos parecerían "normales", sólo en aras del entretenimiento y el espectador no pondrá cara de póker si ve este tipo de cosas porque lo importante es mantener la intensidad de la serie (el caso de Glee, sin ir más lejos, es una muestra estupenda).

Pues bien, el problema de Gossip Girl, en mi opinión, empezó cuando dejaron de crear tramas alocadas, con capítulos que te hacían aplaudir de la emoción y preguntarte qué se tomarían los guionistas al escribir esas ideas y decidieron empezar a ser una serie "respetable", a intentar que los personajes no tuvieran tantos sobresaltos y actuaran de una forma más coherente. Y ahí se les cayó el tinglado.

Porque yo, acostumbrada a frases tales como "Serena, lo has conseguido, mi padre me ha echado de casa y me vuelvo a vivir a mi suite" (grande, Chuck, ahora y siempre) o "You can tell Jesus that the bitch is back" (ese momentazo de Georgina será mítico forever and ever); a situaciones tales como aquella en la que Serena se va de viaje con Poppy y su novio a Barcelona y cuando vuelve no sabe si está casada o no, o a Queen B. siendo mala malísima e imponiendo su dominio en el Upper East Side con traicines, conspiraciones alocadas y secretos; me resulta complicado (y me da penita, la verdad), ver como ahora resulta que el soseras de Dan sigue siendo igual de soseras pero inexplicablemente liga con todo lo que se le ponga por delante o como Georgina desaparece sin dar mucha guerra y la lía sólo lo justo, o que Serena tenga esas profundas crisis vitales mientras pasea palmito y piernas kilométricas por todo Manhattan.

Así, la emoción se pierde, porque no pasa nada. Y lo que pasa, o es irrelevante, o se resuelve sin emoción ninguna y se queda en un quiero y no puedo. Y eso, en una serie que a priori tiene tantas posibilidades y podría ser tan divertida, es una lástima.


Pero hay luz al final del túnel. No sé si porque los creadores se dieron cuenta de que no iban por el camino correcto y dieron un giro, o si porque realmente pretendían llegar a ello desde el principio y nos tenían despistados, pero los tres últimos capítulos emitidos antes del parón navideño han supuesto una vuelta a los orígenes que, aunque no está a la altura de las mejores tramas de la serie, supone un soplo de aire fresco y una esperanza de mejora a la que yo me he aferrado sin dudarlo.

Sin ir más lejos, la cena de Acción de Gracias en casa de los Van der Woodsen del capítulo 11, recupera esos enredos cruzados con traiciones, mentiras y secretos, que tan buen resultado les ha dado otras veces y que esta vez tampoco decepcionan. Por eso creo que Gossip Girl se encuentra en la situación de poder volver a las buenas costumbres de superficialidad e intrascendencia que le caracterizan, y espero que aprovechen la oportunidad porque las tramas que han dejado abiertas son muy jugosas y pueden darnos mucho juego y alegrá.

Por mi parte, espero ansiosa el regreso con la seguridad de que lo malo ya ha pasado y que a partir de ahora volveremos a los cotilleos, a las conspiraciones y a las traiciones vestidas de Marc Jacobs que tanto nos gustan, así que...

Bievenidos al Upper East Side. Bienvenidos a Gossip Girl.

P.D.: I., que tiene mucho ojo, opina que el bajón de la serie coincidió justamente con la incorporación de Hillary Duff y que no terminó hasta que se fue. Es otra teoría que yo, personalmente, compro sin dudarlo xDDDD.