lunes, 18 de mayo de 2009

Perdiendo genios


Esta mañana me levanto con la noticia de que ha muerto un grande, hemos perdido a Benedetti, un mago de las letras. Y me doy cuenta de que este ha sido un fin de semana negro para el mundo del arte, porque en Murcia también ha muerto un gran escultor, una persona sencilla, agradable y con magia en las manos, en sólo dos días nos hemos quedado sin dos grandes genios, lo que es la vida...


Pero vayamos por partes.


Benedetti es un poeta con el que tengo una relación peculiar, es decir, conozco su trabajo desde hace muchos años, pero hasta hace unos años no había leído ningún trabajo entero suyo, sólo poemas sueltos, que eran una delicia, pero no llegaba más allá. Y hace unos tres o cuatro veranos estaba yo en Santander, haciendo un curso en la UIMP y me encuentro con que le daban un premio y le hacían un homenaje y decidí pasarme, no sólo por el cariño que le tenía, sino también porque el premio lo recogía su amigo Luis García Montero (mi poeta preferido, otro día hablaré de él) y allí me fui.


Y me llegó al corazón, me emocioné muchísimo, hicieron una conexión con él y se veía su imagen mientras le hacían el homenaje, y se le veía taaaan emocionado, tan feliz y tan agradecido, que me llegó al corazón que alguien tan grande como él, siguiera siendo tan humilde y siguiera sintiendo las cosas de esa manera, todos los que estábamos allí nos emocionamos con él y le dimos uno de los aplausos más sentidos y más llenos de cariño que recuerdo.


A partir de ahí comencé a leer más de él, y nunca me ha defraudado nada suyo, sus escritos destilan poesía, son armoniosos, y tanto en prosa como en verso, siempre sabe elegir la palabra correcta para emitir la emoción justa y llegar al lector. Imprescindible.


Y luego está Antonio. Antonio Campillo. Y la cosa ya se vuelve más personal. Porque a él le conocía, y le tenía muchísimo cariño, porque era una persona sencilla, con un corazón de oro y que vivía su trabajo con pasión. Un escultor que ha sentido su trabajo toda su vida, que ha sabido encontrar las más bellas formas gracias a sus manos y a su imaginación, una persona inolvidable en todos los sentidos.


Antonio ha seguido trabajando hasta el mismo día de su muerte, el pasado sábado, porque su trabajo era su pasión y dotaba de vida a cada obra suya como sólo él sabía hacerlo.


Se van dos grandes, y los echaremos de menos...


Desde aquí, a modo de homenaje, pequeño perso sincero, os dejo unos versos del gran Mario y una escultura del gran Antonio (es la foto que ilustra este post, son las cantareras de la fuente que hay en la Plaza de España de Madrid, de una belleza inigualable).


HAGAMOS UN TRATO

Compañera

usted sabe

que puede contar

conmigo

no hasta dos

o hasta diez

sino contar

conmigo.

Si alguna vez

advierte

que la miro a los ojos

y una veta de amor

reconoce en los míos

no alerte sus fusiles

ni piense qué delirio

a pesar de la veta

o tal vez porque existe

usted puede contar

conmigo.

Si otras veces

me encuentra

huraño sin motivo

no piense qué flojera

igual puede contar

conmigo.

Pero hagamos un trato

yo quisiera contar

con usted

es tan lindo

saber que usted existe

uno se siente vivo

y cuando digo esto

quiero decir contar

aunque sea hasta dos

aunque sea hasta cinco

no ya para que acuda

presurosa en mi auxilio

sino para saber

a ciencia cierta

que usted sabe que puede

contar conmigo.

1 comentarios:

Julien Sorel dijo...

Hola Marijose:

Esa sensación que tuviste tan entrañable al escuchar y ver la imagen de Benedetti, la he tendio yo muy a menudo. Era un tipo tremendamente cercano ¿verdad? Por su aspecto de buena persona, por su sonrisa eterna y por su delicada voz. Pero, sobre todo, por lo que escribía, que era maravilloso.

Hace muchos años se instaló entre mis libros como mi favorito, con perdón de los demás escritores.

A Antonio Campillo no le conocía. Pero por lo que cuentas, tenía la misma pasión que Benedetti por su arte: era su vida hasta el último instante.

Buen viaje a ambos.

Un abrazo, Marijose.